Lipari – Vulcano – Stromboli – Favignana
Las islas Eolias son, en todo su conjunto, un maravilloso lugar apartado del mundo donde ir a descansar, hacer excursiones a pie, en barca, bañarse en alguna de sus numerosas calas de fantásticas geologías, deleitarse con los fondos marinos haciendo submarinismo o, simplemente, perderse en uno de los innumerables rincones del archipiélago.Las islas Eolias son, sin lugar a dudas, un pedazo del Paraíso.
Al sur de Lípari, a escasos cientos de metros, está la
Isla de Vulcano.
Formada por cuatro volcanes activos, es conocida por sus baños de barro sulfuroso y por el color tornasolado de sus tierras.Vulcano es una de las siete Islas Eolicas, también llamadas Eolias o Islas Lípari situadas en el Mar Tirreno al sur de Italia. Es la tercera de este grupo de islas, Lípari es la más grande y la segunda isla, en tamaño, es Salina. Vulcano, la isla fumante, es conocida por las emanaciones de azufre que surgen de la tierra. Esos vapores blanquecinos, que se distinguen desde lejos, envuelven a la isla en una pestilente nube de intenso olor a azufre, que se percibe incluso al acercarse en barco. Afortunadamente uno se acostumbra pronto a tan particular hedor.La presencia del azufre, como si de una forma de vida se tratase, se hace patente en toda la isla. Además del citado perfume, el intenso co lor amarillo del mismo se adueña de muchos rincones de la isla, formando exóticas rocas de formas caprichosas, impregnando casas e incluso el asfalto para dejar claro que, al menos en Vulcano, él es el protagonista
Una excursión para no perderse es la ascensión al cráter. La caminata, que dura aproximadamente una hora y es accesible a todas las edades y apenas peligrosa, no se podrá olvidar con facilidad.
Otra de las atracciones de la isla son los baños en sus lodos termales, una experiencia sumamente agradable y relajante. Para no perdérsela.
Stromboli: La Isla Volcán
La más famosa y peligrosa de las Islas Eolias, Stromboli, es la joya de la corona de este archipiélago volcánico gracias a su volcán en erupción constante.La isla, no demasiado habitada, ofrece
unos sorprendentes contrastes de color. Su lado oriental, cubierto de verde, está salpicado por el blanco de las típicas casitas de arquitectura eoliana, muy similar a la mediterránea, formando todas ellas el pueblecillo de San Vicenzo. Sus playas y el resto de la isla, negra como el ébano, ofrecen a esta roca un aire tétrico y misterioso que invade el corazón de las personas acercándonos, de manera inusual, a esa naturaleza salvaje e indomable que domina la vida en la Tierra.
EXCURSIÓN AL CRÁTER La ascensión a la cima del volcán de Stromboli para observar las explosiones es una excursión única y emocionante, sólo recomendada a los excursionistas más fuertes y osados (abstenerse niños y ancianos).El camino hacia la cima hay que hacerlo en grupo, por un tortuoso camino de arena negra y sin olvidarse de la linterna. Tres horas más tarde se descubre que lo que parecía un único cráter es en realidad un rugiente conjunto de bocas ardientes desde donde cada pocos minutos erupciona el volcán. No se puede prever la intensidad vulcanológica y cada noche el espectáculo es diferente. Esta aventura no está exenta de peligro y la experiencia es absolutamente inolvidable, pudiéndose permanecer hasta el amanecer, cuando los grupos comienzan el lento descenso hacia la costa. Debido a lo complicado y abrupto del camino, especialmente en sus últimas fases, y a las cambiantes y potencialmente peligrosas condiciones meteorológicas, es obligatorio ir acompañado de un guía profesional.La excursión habitual, de unas tres horas de ascensión, sale por la tarde para llegar a la cumbre cuando ya ha anochecido.La primera fase del camino transcurre entre las callejuelas, senderos y escaleras que discurren entre las casas de los lugareños esparcidas por algunas zonas de la falda del volcán. Una vez se abandonan los asentamientos humanos, se continúa por una carretera de adoquines, sólo apta para ir a pie, que serpentea por la parte baja del coloso geológico.
Aproximadamente una hora después de la salida se llega a la primera parada de la excursión, la que transmite más calma y belleza a la vez: el Filo dei Fuoco; si se acierta la hora del día (el guía es consciente de ello)la puesta del sol crea un hilo de fuego sobre el mar que llega hasta nuestros pies desde el lejano horizonte, siendo sin duda una imagen inolvidable de la que es imposible desviar la mirada.Forzados a avanzar por el guía y por la realidad, se continúa ascendiendo y al poco se llega ala segunda atracción de la visita: la Sciara dei Fuoco, una ladera muy escarpada por donde se vierte el material magmático desde el cráter, en forma de cenizas negras ya apagadas, hasta el mar.Lo que resta del camino transcurre por terrenos cada vez más abruptos por los que a menudo se deben recurrir a nuestras habilidades simiescas para superar y se llega finalmente a la última fase de la ascensión, la más dura de todo el recorrido: una "playa" en pendiente de finísima y profunda arena negra en la que se hunden los pies a cada paso y que conduce hasta lo más alto de la isla (926 m), por encima del cráter activo.
Una vez ahí, ya en noche cerrada, donde los vientos soplan con fuerza y donde es imprescindible estar con ropa de abrigo incluso en verano, se pueden admirar las explosiones de lava que, roncando hondamente y cada veinte minutos aproximadamente, surgen desde lo más profundo de la Tierra.
Después de una hora de inigualable espectáculo comienza el descenso, esta vez por la vertiente nororiental hasta San Vicenzo. El descenso, de poco mas de hora y media, empieza con una bajada al trote por una pendiente de la misma fina arena la cual esta vez, lejos de dificultar la marcha la facilita, ya que uno no tiene más que dar largos saltos adelante y dejarse frenar por la arena cada vez que se hunde el pie unos veinte centímetros bajo la superficie, provocando una sensación muy similar a esquiar sobre nieve virgen.Una vez pasada esta zona y vaciados los zapatos de los kilos de arena que se han colado en su interior, se continúa descendiendo por senderos escondidos entre cañadas, alumbrados por nuestras linternas, para acabar, finalmente, en el núcleo más importante de la isla, San Vicenzo, donde se puede encontrar algun buen restaurante donde reponer las fuerzas gastadas y algunos baretos donde ir a tomar una copa después de la cena bajo las estrellas.
Stromboli es un cono abrupto, se levanta del mar sin previo aviso, no hay transición entre el agua y la montaña, del océano emerge el monstruo con su ojo único de fuego.En realidad, la base del volcán se levanta desde 1500 metros debajo del nivel del mar, hasta 924 metros sobre él, y lo más sorprendente es que la superficie de la isla, de unos 12.5 kms cuadrados, es 25 veces más pequeña que la base submarina, de manera que es como ver no más que la punta del iceberg..