viernes, 25 de julio de 2008

La gallina y los patitos

Venía discutiendo mucho con mis viejos. Yo me sentía totalmente incomprendido.
Me parecía imposible no poder entenderme con ellos. Sobre todo, con mi viejo.
Siempre creí que mi papá era un tipo fantástico, y en aquel tiempo lo seguía creyendo. Pero él se portaba como si pensara que yo era un idiota. Todo lo que yo hacía le parecía mal, o inútil, o peligroso o inadecuado. Y cuando yo intentaba explicarlo era peor, no había dos ideas que pudiéramos compartir.


—...Y me resisto a creer que mi viejo se volvió estúpido.
—Bueno, no creo que se haya vuelto estúpido.
—Pero te aseguro, gordo, que se porta como si fuera tarado.
Como si se encaprichara en posturas obtusas y pasadas de moda. Mi viejo no es un tipo tan mayor como para no entender a los jóvenes... decididamente es muy extraño.
—¿Cuento?


—Cuento.

Había una vez una pata que había puesto cuatro huevos...
Mientras los empollaba, un zorro atacó el nido y la mató.
Por alguna razón no llegó a comerse los huevos antes de huir, pero estos quedaron abandonados en el nido.
Una gallina clueca que pasó por allí, encontró el nido sin cuidados y su instinto la hizo sentarse sobre los huevos para empollarlos.
Poco después nacieron los patitos y, como era lógico, tomaron a la gallina como su madre y caminaron en fila tras ella.
La gallina contenta con su nueva cría, los llevó hasta la granja..Todas las mañanas después del canto del gallo, mamá gallina rascaba el piso y los patos se esforzaban por imitarla.
Cuando los patitos no conseguían arrancar de la tierra un mísero gusano, la mamá sacaba para todos sus polluelos, partía cada lombriz en pedazos y alimentaba a sus hijos en sus propios picos.
Un día, como otros, la gallina salió a pasear con su nidada por los alrededores de la granja. Sus pollitos, disciplinadamente, la seguían en fila.
Pero de pronto, al llegar al lago, los patitos de un salto se zambulleron con naturalidad en la laguna, mientras la gallina cacareaba desesperada pidiéndoles que salieran del agua.
Los patitos nadaban alegres chapoteando y su mamá saltaba y lloraba temiendo que se ahogaran.
El gallo apareció por los gritos de la madre y se percató de la situación.


—No se puede confiar en los jóvenes –fue su sentencia— son unos imprudentes.

Uno de los patitos que escuchó al gallo, se acercó a la orilla y les dijo:

—No nos culpen a nosotros por sus propias limitaciones.
—No pienses, Demián, que la gallina estaba equivocada.
No juzgues tampoco al gallo.
No creas a los patos prepotentes y desafiantes.
Ninguno de estos personajes está equivocado, lo que sucede es que ven la realidad desde miradores distintos.


El único error, casi siempre, es creer que el mirado en que estoy, es el único desde el cual se divisa la verdad.
El sordo siempre cree que los que danzan están locos.

Autor: Jorge Bucay



jueves, 24 de julio de 2008

LA ESPOSA SORDA

Apenas me senté, empecé a hablar. Tenía ese día un tema muy claro sobre el que quería trabajar. Mis discusiones con mi pareja.
—Me parece que Gaby está de la nuca.
—De la ¿qué?
—De la nuca, chiflada, piantada, loca como una zapatilla...
—¿Por...?
—Estuvimos discutiendo toda la semana por el tema de las vacaciones. Resulta que Gabriela quiere que vayamos todo el mes a Punta del Este con los viejos de ella, que nos invitaron; y yo no quiero ir porque me gustaría que nos fuéramos a Mar del Plata, con un grupo de amigos del club. Yo sé que a ella le gustaría mucho más el proyecto de Mardel, pero está emperrada en lo de Punta. Y si hay algo que a mí me pone loco es cuando Gaby se emperra. Más la veo así y más tozudo me pongo yo.
Hasta que llega un momento en que no puedo hablar más con ella, porque siento que es absolutamente incapaz de abrir su cabeza y escuchar otras opiniones.


—¿Y por qué ella prefiere ir a Punta del Este?
—Por nada, es un capricho.
—Pero ella no dice que es un capricho, ¿o sí?
—No, ella dice que quiere ir a Punta.
—¿Y tú no le preguntaste por qué?
—Sí, claro que le pregunté, pero ni sé qué pavada me contestó.
— Dime, Demi, si no sabes que te contestó, ¿cómo puedes decir que es una pavada?
—Porque cuando Gabriela se encapricha, dice cualquier cosa y no escucha razones. Descalifica todo lo que el otro dice y lo único que atiende son sus propios argumentos.
—Descalifica tus argumentos.
—Sí.
—Dice, por ejemplo, que lo tuyo son estupideces, o que eres un cabeza dura....—Eso.
—O que eres un caprichoso.
—Sí, también, cómo sab...?
—Ayer me contaron un chiste.

Un tipo llama al médico de cabecera de la familia:

—Ricardo, soy yo: Julián.
—Ah, ¿qué dices, Julián?
—Mira, te llamo preocupado por María.
—Pero, ¿qué pasa?
—Se está quedando sorda.
—¿Cómo que se está quedando sorda?
—Y si, viejo, necesito que la vengas a ver.
—Bueno, la sordera en general no es una cosa repentina ni aguda, así que el lunes tráemela al consultorio y la reviso.
—Pero, ¿te parece esperar hasta el lunes?
—¿Cómo te diste cuenta de que no oye?
—Y... porque la llamo y no contesta.
—Mira, puede ser una pavadita como un tapón en la oreja. A ver, hagamos una cosa: vamos a detectar el nivel de la sordera de María: ¿dónde estás tú?
—En el dormitorio.
—Y ella ¿dónde está?
—En la cocina.
—Bueno, llámala desde ahí.
—MARIAAA... No, no escucha.
—Bueno, acércate a la puerta del dormitorio y grítale por el pasillo.
—MARIIIAAA... No, viejo, no hay caso.
—Espera, no te desesperes. Toma el teléfono inalámbrico y acércate por el pasillo llamándola para ver cuándo te escucha.
—MARIAA, MARIIAAA, MARIIIAAAA... No hay caso, doc.
Estoy parado en la puerta de la cocina y la veo, está de espaldas lavando los platos, pero no me escucha. MARIIIAAA... No hay caso.
—Acércate más.
El tipo entra en la cocina, se acerca a María, le pone una mano en el hombro y le grita en la oreja: ¡MARIIIAAAA!.La esposa furiosa se da vuelta y le dice:
—¿Qué quieres? ¡¿QUE QUIERES, QUE QUIEREEEES?!, ya me llamaste como diez veces y diez veces te contesté ¿QUÉ QUIERES?... Tú cada día estás más sordo, no sé por qué no consultas al médico de una vez...

—Esto es la proyección, Demián, cada vez que veo algo que me molesta en otra persona, sería bueno recordar que eso que veo, por lo menos (¡por lo menos!) también es mío.
Bueno, sigamos con lo tuyo... ¿qué me decías de los caprichos de Gabriela?....

Autor: Jorge Bucay
CARPINTERÍA “EL SIETE”

—Es que además de obtusos hay tipos que no se dejan ayudar – me quejé.
El gordo se acomodó y contó:
Era una pequeña casucha, casi un ranchito en las afueras de la ciudad. Un pequeño taller adelante con unas pocas máquinas y herramientas, dos piezas, una cocina y un rudimentario baño atrás...
Sin embargo, Joaquín no se quejaba, en estos dos años el taller de carpintería “El 7” se había hecho conocer en el pueblo y él ganaba suficiente dinero como para no tener que recurrir a sus magros ahorros.
Esa mañana, como todas, se levantó a las seis y media para ver salir el sol. No obstante, no llegó al lago. En el camino, a unos 200 metros de su casa, casi tropezó con el cuerpo herido y maltrecho de un joven.
Con rapidez, se arrodilló y apoyó su oído contra el pecho del joven... débilmente, allá en el fondo, un corazón luchaba por mantener lo que quedaba de vida en ese cuerpo sucio y hediente a sangre, a mugre y a alcohol.
Joaquín fue a buscar y trajo una carretilla, sobre la que cargó al joven. Al llegar a la casa tendió el cuerpo sobre su cama, cortó las raídas ropas y lo higienizó cuidadosamente con agua, jabón y alcohol.
El muchacho, además de su borrachera había sido golpeado con salvajismo. Tenía heridas cortantes en las manos y la espalda, y su pierna derecha estaba fracturada.
Durante los siguientes dos días, toda la vida de Joaquín se centró en la salud de su obligado huésped: curó y vendó las heridas, entablilló su pierna y alimentó al joven de a pequeñas cucharadas con caldo de pollo..Cuando el joven despertó, Joaquín estaba a su lado mirándolo con ternura y ansiedad.
—¿Cómo estás? –preguntó Joaquín.
—Bien... creo –respondió el joven mientras se miraba su cuerpo aseado y curado —¿quién me curó?
—Yo.
—¿Por qué?
—Porque estabas herido.
—¿Sólo por eso?
—No, también porque necesito un ayudante.
Y ambos rieron con ganas.
Bien comido, bien dormido y sin beber alcohol, Manuel, que así se llamaba el joven, se fortaleció enseguida.
Joaquín intentaba enseñarle el oficio y Manuel intentaba rehuir del trabajo todo lo que podía. Una y otra vez Joaquín inculcaba en aquella cabeza deteriorada por la vida transcurrida, las ventajas del buen trabajo, del buen nombre y de la vida buena. Una y otra vez, Manuel parecía entender y dos horas o dos días después, volvía a quedarse dormido o se olvidaba de cumplir con la tarea que Joaquín le había encomendado.
Pasaron meses. Manuel estaba curado. Joaquín había destinado para Manuel la habitación principal, una participación en el negocio y el primer turno del baño, a cambio de la promesa del joven, de dedicación al trabajo.
Una noche, mientras Joaquín dormía, Manuel decidió que seis meses de abstinencia eran bastante y creyó que una copa en el pueblo no le haría daño. Por si Joaquín se despertaba en la noche, cerró la puerta de su habitación desde adentro y salió por la ventana dejando la vela encendida para dar la impresión de que se encontraba allí.
A la primera copa siguió la segunda, y a esta la tercera, y la cuarta, y otras muchas...
Cantaba con sus compañeros de trago, cuando pasaron los bomberos por la puerta del boliche haciendo sonar la sirena.
Manuel no asoció este hecho con lo ocurrido hasta que de madrugada, tambaleándose hasta su casa, vio la muchedumbre reunida en su cuadra....Sólo alguna pared, las máquinas y unas pocas herramientas se salvaron del incendio. Todo lo demás quedó destruido por el fuego. De Joaquín sólo se encontraron cuatro o cinco huesos chamuscados, que enterraron en el cementerio bajo una lápida donde Manuel hizo escribir:

“LO HARÉ, JOAQUÍN. ¡LO HARÉ!”

Con mucho trabajo, Manuel, reconstruyó la carpintería.
Él era vago, pero hábil y lo que aprendió de Joaquín alcanzó para llevar adelante el negocio.
Siempre sentía que, desde algún lugar, Joaquín lo miraba y alentaba. Manuel lo recordaba en cada logro: su casamiento, el nacimiento de su primer hijo, la compra de su primer auto...
...A quinientos kilómetros de allí Joaquín, vivito y coleando, se preguntaba si era lícito mentir, engañar y prenderle fuego a esa casa tan bonita sólo para salvar a un joven.
Se contestó que sí, y rió de sólo pensar en la policía de pueblo que confunde huesos humanos con huesos de cerdo...
Su nueva carpintería era un poco más modesta que la anterior, pero ya era conocida en el pueblo... se llamaba...

CARPINTERÍA “EL 8”

—A veces, Demián, la vida te hace difícil poder ayudar a un ser querido. No obstante, si hay alguna dificultad que vale la pena enfrentar, es la de estar para otro.
Esto no es un “deber moral” ni nada que se le parezca, esta es una elección de vida que cada uno puede hacer a su tiempo y en la dirección que desee.
Mi experiencia personal vivencial y observatoria me hace creer que el ser humano libre y encontrado consigo mismo es generoso, solidario, amable y capaz de disfrutar por igual del dar y del recibir. Por lo tanto, cada vez que te encuentres con aquellos que viven mirándose al ombligo, no los odies; ya bastante despelote deben tener con ellos mismos. Cada vez que te descubras en actitudes mezquinas, ruines o pequeñas,.aprovecha para preguntarte qué te está pasando. Te garantizo que en algún lugar erraste el rumbo.

Alguna vez, escribí:
Un neurótico no necesita un terapeuta que lo cure ni un papito que lo cuide.
Todo lo que necesita es un maestro que le muestre dónde perdió el camino..


Autor: Jorge Bucay

lunes, 23 de junio de 2008

ISLAS EÓLIAS

Lipari – Vulcano – Stromboli – Favignana

Las islas Eolias son, en todo su conjunto, un maravilloso lugar apartado del mundo donde ir a descansar, hacer excursiones a pie, en barca, bañarse en alguna de sus numerosas calas de fantásticas geologías, deleitarse con los fondos marinos haciendo submarinismo o, simplemente, perderse en uno de los innumerables rincones del archipiélago.Las islas Eolias son, sin lugar a dudas, un pedazo del Paraíso.


Al sur de Lípari, a escasos cientos de metros, está la Isla de Vulcano.
Formada por cuatro volcanes activos, es conocida por sus baños de barro sulfuroso y por el color tornasolado de sus tierras.Vulcano es una de las siete Islas Eolicas, también llamadas Eolias o Islas Lípari situadas en el Mar Tirreno al sur de Italia. Es la tercera de este grupo de islas, Lípari es la más grande y la segunda isla, en tamaño, es Salina. Vulcano, la isla fumante, es conocida por las emanaciones de azufre que surgen de la tierra. Esos vapores blanquecinos, que se distinguen desde lejos, envuelven a la isla en una pestilente nube de intenso olor a azufre, que se percibe incluso al acercarse en barco. Afortunadamente uno se acostumbra pronto a tan particular hedor.La presencia del azufre, como si de una forma de vida se tratase, se hace patente en toda la isla. Además del citado perfume, el intenso co lor amarillo del mismo se adueña de muchos rincones de la isla, formando exóticas rocas de formas caprichosas, impregnando casas e incluso el asfalto para dejar claro que, al menos en Vulcano, él es el protagonista

Una excursión para no perderse es la ascensión al cráter. La caminata, que dura aproximadamente una hora y es accesible a todas las edades y apenas peligrosa, no se podrá olvidar con facilidad.
Otra de las atracciones de la isla son los baños en sus lodos termales, una experiencia sumamente agradable y relajante. Para no perdérsela.

Stromboli: La Isla Volcán

La más famosa y peligrosa de las Islas Eolias, Stromboli, es la joya de la corona de este archipiélago volcánico gracias a su volcán en erupción constante.La isla, no demasiado habitada, ofrece unos sorprendentes contrastes de color. Su lado oriental, cubierto de verde, está salpicado por el blanco de las típicas casitas de arquitectura eoliana, muy similar a la mediterránea, formando todas ellas el pueblecillo de San Vicenzo. Sus playas y el resto de la isla, negra como el ébano, ofrecen a esta roca un aire tétrico y misterioso que invade el corazón de las personas acercándonos, de manera inusual, a esa naturaleza salvaje e indomable que domina la vida en la Tierra.

EXCURSIÓN AL CRÁTER La ascensión a la cima del volcán de Stromboli para observar las explosiones es una excursión única y emocionante, sólo recomendada a los excursionistas más fuertes y osados (abstenerse niños y ancianos).El camino hacia la cima hay que hacerlo en grupo, por un tortuoso camino de arena negra y sin olvidarse de la linterna. Tres horas más tarde se descubre que lo que parecía un único cráter es en realidad un rugiente conjunto de bocas ardientes desde donde cada pocos minutos erupciona el volcán. No se puede prever la intensidad vulcanológica y cada noche el espectáculo es diferente. Esta aventura no está exenta de peligro y la experiencia es absolutamente inolvidable, pudiéndose permanecer hasta el amanecer, cuando los grupos comienzan el lento descenso hacia la costa. Debido a lo complicado y abrupto del camino, especialmente en sus últimas fases, y a las cambiantes y potencialmente peligrosas condiciones meteorológicas, es obligatorio ir acompañado de un guía profesional.La excursión habitual, de unas tres horas de ascensión, sale por la tarde para llegar a la cumbre cuando ya ha anochecido.La primera fase del camino transcurre entre las callejuelas, senderos y escaleras que discurren entre las casas de los lugareños esparcidas por algunas zonas de la falda del volcán. Una vez se abandonan los asentamientos humanos, se continúa por una carretera de adoquines, sólo apta para ir a pie, que serpentea por la parte baja del coloso geológico.

Aproximadamente una hora después de la salida se llega a la primera parada de la excursión, la que transmite más calma y belleza a la vez: el Filo dei Fuoco; si se acierta la hora del día (el guía es consciente de ello)la puesta del sol crea un hilo de fuego sobre el mar que llega hasta nuestros pies desde el lejano horizonte, siendo sin duda una imagen inolvidable de la que es imposible desviar la mirada.Forzados a avanzar por el guía y por la realidad, se continúa ascendiendo y al poco se llega ala segunda atracción de la visita: la Sciara dei Fuoco, una ladera muy escarpada por donde se vierte el material magmático desde el cráter, en forma de cenizas negras ya apagadas, hasta el mar.Lo que resta del camino transcurre por terrenos cada vez más abruptos por los que a menudo se deben recurrir a nuestras habilidades simiescas para superar y se llega finalmente a la última fase de la ascensión, la más dura de todo el recorrido: una "playa" en pendiente de finísima y profunda arena negra en la que se hunden los pies a cada paso y que conduce hasta lo más alto de la isla (926 m), por encima del cráter activo.

Una vez ahí, ya en noche cerrada, donde los vientos soplan con fuerza y donde es imprescindible estar con ropa de abrigo incluso en verano, se pueden admirar las explosiones de lava que, roncando hondamente y cada veinte minutos aproximadamente, surgen desde lo más profundo de la Tierra.

Después de una hora de inigualable espectáculo comienza el descenso, esta vez por la vertiente nororiental hasta San Vicenzo. El descenso, de poco mas de hora y media, empieza con una bajada al trote por una pendiente de la misma fina arena la cual esta vez, lejos de dificultar la marcha la facilita, ya que uno no tiene más que dar largos saltos adelante y dejarse frenar por la arena cada vez que se hunde el pie unos veinte centímetros bajo la superficie, provocando una sensación muy similar a esquiar sobre nieve virgen.Una vez pasada esta zona y vaciados los zapatos de los kilos de arena que se han colado en su interior, se continúa descendiendo por senderos escondidos entre cañadas, alumbrados por nuestras linternas, para acabar, finalmente, en el núcleo más importante de la isla, San Vicenzo, donde se puede encontrar algun buen restaurante donde reponer las fuerzas gastadas y algunos baretos donde ir a tomar una copa después de la cena bajo las estrellas.

Stromboli es un cono abrupto, se levanta del mar sin previo aviso, no hay transición entre el agua y la montaña, del océano emerge el monstruo con su ojo único de fuego.En realidad, la base del volcán se levanta desde 1500 metros debajo del nivel del mar, hasta 924 metros sobre él, y lo más sorprendente es que la superficie de la isla, de unos 12.5 kms cuadrados, es 25 veces más pequeña que la base submarina, de manera que es como ver no más que la punta del iceberg..

viernes, 13 de junio de 2008

Las ranitas en la nata

Había una vez dos ranas que cayeron en un recipiente de nata.

Inmediatamente se dieron cuenta de que se hundían: era imposible nadar o flotar demasiado tiempo en esa masa espesa como arenas movedizas. Al principio, las dos ranas patalearon en la nata para llegar al borde del recipiente. Pero era inútil; sólo conseguían chapotear en el mismo lugar y hundirse. Sentían que cada vez era más difícil salir a la superficie y respirar.

Una de ellas dijo en voz alta: "No puedo más. Es imposible salir de aquí. En esta materia no se puede nadar. Ya que voy a morir, no veo por qué prolongar este sufrimiento. No entiendo qué sentido tiene morir agotada por un esfuerzo estéril".

Dicho esto, dejó de patalear y se hundió con con rapidez siendo literalmente tragada por el espeso liquido blanco.

La otra rana, más persistente o quizá más tozuda se dijo "¡No hay manera! Nada se puede hacer para avanzar en esta cosa. Sin embargo, aunque se acerque la muerte, prefiero luchar hasta mi último aliento. No quiero morir ni un segundo antes de que llegue mi hora".Siguió pataleando y chapoteando siempre en el mismo lugar sin avanzar ni un centímetro, durante horas y horas.

Y de pronto, de tanto patalear y batir las ancas, agitar y patalear, la nata se convirtió en mantequilla. Sorprendida, la rana dio un salto y, patinando, llegó hasta el borde del recipiente. Desde allí, pudo regresar a casa croando alegremente.



Hay veces que tiramos la toalla ante el primer contratiempo pero la experiencia dice que hay que luchar hasta el último suspiro porque aunque no se consigan los objetivos establecidos nuestras conciencias se quedaran tranquilas...

Jorge Bucay

miércoles, 28 de mayo de 2008

The fable elephant…

When I was small I loved circuses, and what I liked most of the animals were circuses. Me I llamaba especialmente la atención el elefante, que, como mas tarde supe, era también el animal preferido por otros niños. Especially called attention to the elephant, which, as I learned later, the animal was also preferred by other children.
Durante la función, la enorme bestia hacía gala de un peso, un tamaño y una fuerza descomunales… Pero después de su actuación y hasta poco antes de volver al escenario, el elefante siempre permanecía atado a una pequeña estaca clavada en el suelo con una cadena que aprisionaba sus patas. During the function, the enormous beast embodied weight, size and strength staggering… But after their performance and until shortly before returning to the stage, the elephant always remained tied to a small stake nailed on the floor with a chain aprisionaba that their legs. Sin embargo, la estaca era sólo un minúsculo pedazo de madera apenas enterrado unos centímetros en el suelo. However, the stake was only a tiny piece of wood barely buried a few inches into the soil. Y, aunque la cadena era gruesa y poderosa, me parecía obvio que un animal capaz de arrancar un árbol de cuajo con su fuerza, podría liberarse con facilidad de la estaca y huir. And while the chain was thick and powerful, it seemed obvious that an animal capable of booting a tree curd with his strength, could be released easily from cuttings and flee. El misterio sigue pareciéndome evidente:¿Qué lo sujeta entonces? The mystery continues pareciéndome obvious: What subject then? ¿Por qué no huye? Why not flee?
Cerré los ojos e imaginé al indefenso elefante recién nacido sujeto a la estaca. Cerré eyes and pictured the helpless newborn elephant subject to the stake. Estoy seguro de que, en aquel momento, el elefantito empujó, tiró y sudó tratando de soltarse. I am sure that, at that time, elefantito push, and threw sudó trying to loosen. Y, a pesar de sus esfuerzos, no lo consiguió, porque aquella estaca era demasiado dura para él. And despite his best efforts, failed to do so, because that stake was too hard for him. Imagine que se dormía agotado y que al día siguiente lo volvía a intentar, y al otro día, y al otro… Imagine that fell asleep exhausted and that the next day he returned to try it, and the other day, and the other…
Hasta que, un día, un día terrible para su historia, el animal aceptó su impotencia y se resignó a su destino. Until, one day, a terrible day for history, the animal accepted his helplessness and resigned to his fate. Ese elefante enorme y poderoso que vemos en el circo no escapa porque, pobre, cree que no puede. That elephant huge and powerful that we see in the circus does not escape because poor believe they can not. Tiene grabado el recuerdo de la impotencia que sintió poco después de nacer. I recorded memories of the helplessness he felt shortly after birth. Lo peor es que jamás se ha vuelto a cuestionar seriamente ese recuerdo. The worst thing is that it has never again seriously question this remembrance. Jamás, jamás intentó volver a poner a prueba su fuerza” Never, ever tried to re-test their strength "

Autor: Jorge Bucay

El elefante encadenado

Cuando yo era chico me encantaban los circos, y lo que más me gustaba de los circos eran los animales. También a mí como a otros, después me enteré, me llamaba la atención el elefante. Durante la función, la enrome bestia hacia despliegue de su tamaño, peso y fuerza descomunal... pero después de su actuación y hasta un rato antes de volver al escenario, el elefante quedaba sujeto solamente por una cadena que aprisionaba una de sus patas clavada a una pequeña estaca clavada en el suelo. Sin embargo, la estaca era solo un minúsculo pedazo de madera apenas enterrado unos centímetros en la tierra. Y aunque la cadena era gruesa y poderosa me parecía obvio que ese animal capaz de arrancar un árbol de cuajo con su propia fuerza, podría, con facilidad, arrancar la estaca y huir. El misterio es evidente: ¿Qué lo mantiene entonces? ¿Por qué no huye?
Cuando tenía 5 o 6 años yo todavía no creía en la sabiduría de los grandes. Pregunté entonces a algún maestro, a algún padre, o a algún tío por el misterio del elefante. Alguno de ellos me explicó que el elefante no se escapaba porque estaba amaestrado. Hice entonces la pregunta obvia: -Si está amaestrado, ¿por qué lo encadenan? No recuerdo haber recibido ninguna respuesta coherente. Con el tiempo me olvide del misterio del elefante y la estaca... y sólo lo recordaba cuando me encontraba con otros que también se habían hecho la misma pregunta.
Hace algunos años descubrí que por suerte para mí alguien había sido lo bastante sabio como para encontrar la respuesta: El elefante del circo no se escapa porque ha estado atado a una estaca parecida desde muy, muy pequeño. Cerré los ojos y me imaginé al pequeño recién nacido sujeto a la estaca. Estoy seguro de que en aquel momento el elefantito empujó, tiró, sudó, tratando de soltarse. Y a pesar de todo su esfuerzo, no pudo. La estaca era ciertamente muy fuerte para él. Juraría que se durmió agotado, y que al día siguiente volvió a probar, y también al otro y al que le seguía... Hasta que un día, un terrible día para su historia, el animal aceptó su impotencia y se resignó a su destino.
Este elefante enorme y poderoso, que vemos en el circo, no se escapa porque cree -pobre- que NO PUEDE. Él tiene registro y recuerdo de su impotencia, de aquella impotencia que sintió poco después de nacer. Y lo peor es que jamás se ha vuelto a cuestionar seriamente ese registro. Jamás... jamás... intentó poner a prueba su fuerza otra vez...

Autor: Jorge Bucay